20 de marzo – Día mundial de la Felicidad

Neurólogo/Psiquiatra hablando del tema

La Neurociencia y Neurobiología de la Felicidad

La felicidad es una experiencia emocional inmediata, no solo un concepto cognitivo, y está basada en la activación neurofisiológica del cerebro.
Es un proceso neurobiológicamente que guía el comportamiento, mejora la supervivencia y se fundamenta en la evolución, los neurotransmisores y la interacción social.
La felicidad tiene una base biomolecular medible, asociada con niveles bajos de cortisol, menor inflamación y mayor activación del sistema nervioso parasimpático, lo que mejora la salud cardiovascular, metabólica e inmune.
El sistema de recompensa (estriado ventral y corteza prefrontal) refuerza las experiencias placenteras mediante neurotransmisores como la dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas.
La felicidad influye en el comportamiento a través del aprendizaje por refuerzo, guiando la toma de decisiones y promoviendo la adaptación.
El sistema de recompensa y motivación cerebral ha evolucionado desde la supervivencia (procreación y alimentación) hasta la búsqueda del bienestar y placer humano.
La felicidad sigue una curva en U a lo largo de la vida, aumentando en la adultez con la priorización de experiencias significativas y una mejor regulación emocional.
Las conexiones sociales son esenciales para la felicidad, ya que reducen la depresión, la ansiedad y el estrés, además de aumentar la longevidad y la recuperación de enfermedades.
Las emociones positivas fortalecen lazos sociales, aumentan la resiliencia y mejoran la resolución de problemas, favoreciendo la supervivencia y el bienestar a largo plazo.
La anhedonia (incapacidad de experimentar placer) es un síntoma central en el la depresión, relacionada con alteraciones en los sistemas dopaminérgico y opioide.
La felicidad no es automática en la sociedad moderna y requiere la adopción de hábitos activos como el ejercicio, la meditación, la gratitud y las relaciones sociales saludables

La Neurociencia y Neurobiología de la Felicidad

Mujer feliz, con los brazos abiertos, viendo hacia el cielo

La felicidad no es solo un constructo cognitivo, sino una experiencia emocional inmediata fundamentada en la activación neurofisiológica. Es resultado de los sistemas de recompensa y motivación del cerebro, que han evolucionado para reforzar conductas esenciales como la procreación y la alimentación, extendiéndose ahora al bienestar y placer humano.

Desde una perspectiva evolutiva, las emociones positivas fortalecen los lazos sociales, aumentan la resiliencia y mejoran la resolución de problemas, favoreciendo la supervivencia. Mientras que el miedo y la ansiedad son esenciales para la supervivencia inmediata, la alegría y la satisfacción amplían capacidades cognitivas y sociales, promoviendo el bienestar a largo plazo.

El sistema de recompensa, con vías dopaminérgicas en el estriado ventral y la corteza prefrontal, refuerza las experiencias placenteras. Neurotransmisores como la dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas son claves en la felicidad. Además, esta sigue una curva en U a lo largo de la vida, aumentando en la adultez con experiencias significativas y mejor regulación emocional.

Más allá del placer momentáneo, la felicidad influye en el comportamiento a través del aprendizaje por refuerzo, ayudando en la toma de decisiones y adaptación. Su base biomolecular medible está asociada con niveles bajos de cortisol, menor inflamación y mayor activación del sistema nervioso parasimpático, contribuyendo a una mejor salud cardiovascular, metabólica e inmune.

Las conexiones sociales juegan un papel fundamental en la felicidad. Los humanos, como seres sociales, obtienen beneficios psicológicos y fisiológicos de relaciones interpersonales positivas, lo que reduce la depresión, ansiedad y estrés. Un entorno social saludable está vinculado con mayor longevidad, mejor recuperación de enfermedades y menor riesgo de problemas de salud.

A pesar de que muchas personas califican su satisfacción con la vida como alta, los trastornos de salud mental están en aumento. La anhedonia, o incapacidad de experimentar placer, es un síntoma crítico en la depresión y ansiedad, vinculado a alteraciones en los sistemas dopaminérgico y opioide, reflejando la conexión entre placer y felicidad.

En la sociedad moderna, la felicidad no siempre es automática. La vida diaria y sus complejidades requieren hábitos activos que promuevan el bienestar, como el ejercicio, la meditación, la gratitud y fortalecer las relaciones sociales, ayudando a mantener un equilibrio en el sistema de recompensa del cerebro.

En definitiva, la felicidad es un fenómeno neurobiológico que guía el comportamiento, promueve el bienestar y mejora la supervivencia. Sus fundamentos neurobiológicos muestran que no es solo una emoción fugaz, sino un proceso complejo basado en evolución, neurocircuitos, neurotransmisores e interacción social, esenciales para una vida plena y significativa.

REFERENCIAS:

Esch T. The ABC Model of Happiness-Neurobiological Aspects of Motivation and Positive Mood, and Their Dynamic Changes through Practice, the Course of Life. Biology (Basel). 2022 May 31;11(6):843. doi: 10.3390/biology11060843. PMID: 35741364; PMCID: PMC9220308.
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