Una caricia en el alma
Sorepaye Reznik Klein
Sara Reznik
Psicoanálisis y Logoterapia
Este cuento me muestra como un momento especialmente significativo puede marcar la diferencia y lograr una comunicación espiritual donde se dejan caer las máscaras para encontrar un sentido ante la adversidad (Curso Asume, 2004).
Acompañé a Tere de compras al almacén la otra tarde y ya medio aburrido por la tardanza acostumbrada al fin terminó y nos retirábamos cuando en la puerta nos percatamos de que llovía a cántaros. Todos nos quedamos frente a la puerta, resguardados de la lluvia.
Esperábamos, algunos con paciencia, y otros irritados porque la naturaleza les estaba estropeando su prisa rutinaria. De pronto escuchamos la voz de una niña que acompañaba a su mamá la cual era muy dulce, y rompió mi trance hipnótico con esta inocente frase:
«Mamá, corramos a través de la lluvia». «¿Qué?», dijo su mamá… «Sí, mamá… Corramos a través de la lluvia». «No, mi amor… Esperemos a que pare la lluvia», contestó la mamá pacientemente… La niña esperó otro minuto, y repitió: «Mamá, corramos a través de la lluvia».
Y la mamá le dijo: «Pero si lo hacemos, nos empaparemos…» «No, mamá, no nos mojaremos. Eso no fue lo que le dijiste esta mañana a papá…» Tal fue la respuesta de la niña, mientras tiraba del brazo de su madre… «¿Esta mañana? ¿Cuándo dije que podíamos correr a través de la lluvia, y no mojarnos?» ¿Ya no lo recuerdas? Cuando hablabas con papá acerca de su cáncer, le dijiste que si D¨ nos hace pasar a través de esto, puede hacernos pasar a través de cualquier cosa».
La mamá se detuvo a pensar por un momento acerca de lo que debería responder. Este era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día florecieran en una inquebrantable fe… «Amor, tienes toda la razón. Corramos a través de la lluvia. Y si Dios permite que nos empapemos, puede ser que Él sepa que necesitamos una lavadita». Y salieron corriendo…
Todos nos quedamos viéndolas, riéndonos mientras corrían por el estacionamiento, pisando todos los charcos. Por supuesto que se empaparon, pero no fueron las únicas… Las siguieron unos cuantos que reían como niños mientras corrían hacia sus carros. Sí, es cierto, nosotros también corrimos. Y sí, también nos empapamos… Seguramente, alguien pensó allá arriba que necesitábamos una lavadita
Análisis del relato
Este relato me parece un ejemplo en el que el sufrimiento se mira desde otra perspectiva y se toma distancia ante lo inevitable como es una enfermedad y se trasciende a través de la fe.
En este relato la mamá se detuvo a pensar por un momento acerca de lo que debería responder. Éste era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día florecieran en una inquebrantable fe…
La lluvia que aparece repentinamente como la enfermedad, sin esperarla, nos toma por sorpresa, nos presenta este relato a una niña, libre e ingenua, que anima a su madre a arriesgarse a mojarse, a penetrar en el sufrimiento en enfrentar la enfermedad, sin luchar inútilmente en contra de ella, sino dando una respuesta a lo que el sentido del momento, es el hoy lo que nos alude a vivir y seguir adelante.
Sí a la vida en cualquier circunstancia, Frank V. esta lluvia (enfermedad) será tal vez como una lavadita que nos haga ver la vida desde otra perspectiva, modificando aquello que ha estado lastimando por tanto tiempo y que en estas circunstancias la persona tiene la oportunidad de cambiar.
Todos corrían por el estacionamiento pisando los charcos y empapándose, en momentos de gran angustia se encuentran seres que están dispuestos a solidarizarse con nosotros a estar ahí presentes, posiblemente liberando también sus cadenas al brindarnos ayuda.
En ocasiones confundimos el sufrimiento con el dolor. El sufrimiento evita contactar con el dolor, nos vuelve incongruentes, nos induce a la parálisis o nos vuelve hiperkinéticos. En cambio el dolor es un estado de soledad. El dolor no tiene comprensión sólo aceptación. El dolor es un momento en que se pueden movilizar fuerzas internas para la transformación profunda que brinda una situación de crisis. No es por parte del terapeuta dar solución al problema, ya que sería tanto como negar el problema, la persona que padece el dolor ha de asumir su responsabilidad y caminar para descubrir su propio sentido. La capacidad del hombre para sufrir le da la oportunidad de cambiar, puede ser como el comienzo de la liberación, cuando el hombre ha estado encadenado a una circunstancia de vida, que no le ha dado la oportunidad de ser el mismo La psicoterapia tiene también como fin no rendirse al sufrimiento sino permitirle al hombre la realización de valores de actitud.