Día Internacional del Cerebro

22 de julio

Grisha Suquet Unkind

Existe un mundo de dudas y cuestionamientos respecto al cerebro; interacciones desconocidas, redes largas y tortuosas, asociaciones complejas, respuestas dinámicas. Desde el funcionamiento básico de una neurona y su comunicación, hasta como su química y potencial de acción se traduce en comportamientos y emociones, ¿cómo la percepción puede ser tan distinta entre individuos que viven la misma experiencia?, ¿cómo nos traiciona la memoria?, ¿qué nos hace únicos? Como diría Oliver Sacks ‘hasta cierto punto, cada acto de percepción es un acto de creación y cada acto de memoria es un acto de imaginación’. La interpretación de la realidad es tan distinta como personas que la viven. La definición de consciencia es algo inalcanzable y la dualidad entre el cuerpo y la mente es tan elusiva como misteriosa.

Las neurociencias son un área de estudio relativamente reciente. No fue sino hasta la década de los años 60 que comenzaron a existir departamentos de investigación formal dirigidas a la amplia variedad de enfoques clínicos y académicos destinados al mismo objeto de estudio, el cerebro. Sin embargo, nuestro alcance y razonamiento queda completamente abrumado frente a 1,300 centímetros cúbicos de materia gris y blanca.

dia mundial del cerebro

Para muchos, el entendimiento del cerebro y su función es considerado como la última frontera de la biología humana. Gracias a los distintos avances científicos que han logrado expandir nuestro conocimiento hemos logrado hacer preguntas cada vez mejores y más profundas, solo para encontrarnos con un grado de diversidad y complejidad cada vez mayor.

Cuna de la psique, dominio de la fisiología, de los actos, las emociones y sensaciones, el cerebro es objeto de estudio de distintas áreas médicas, humanísticas y sociales. La diversidad que genera este tejido hiperconectado de 1.4 kilos y 100 mil millones de neuronas es impresionante y jamás dejara de impactar y sorprender a cualquiera que posea uno de ellos. Como diría Emily Dickinson, el cerebro es más amplio que el cielo y más profundo que el mar.

Verdaderamente, la última frontera.