Síntomas más frecuentes de la Esclerosis Múltiple

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad inflamatoria, crónica y autoinmune del sistema nervioso central caracterizada por desmielinización focal y difusa, así como daño axonal. Debido a su naturaleza heterogénea, los síntomas clínicos de la EM son sumamente variables. Si bien los trastornos sensitivos, la debilidad muscular y las alteraciones visuales son manifestaciones iniciales frecuentes, existen síntomas menos visibles pero altamente incapacitantes, como la fatiga, la depresión y la intolerancia al calor, que afectan significativamente la calidad de vida de los pacientes.

Manos sosteniendo listón de Esclerosis Múltiple

La esclerosis múltiple (EM) afecta a más de 2.8 millones de personas en el mundo. Se presenta típicamente entre los 20 y 40 años de edad y es más prevalente en mujeres. La enfermedad se caracteriza por la aparición de síntomas neurológicos multifocales, cuya presentación clínica varía dependiendo del sitio de desmielinización dentro del sistema nervioso central (SNC). A pesar de que algunos síntomas como la neuritis óptica, la espasticidad o los trastornos de la marcha son fácilmente reconocidos, existen manifestaciones menos evidentes, como la fatiga y la depresión, que pueden ser incluso más discapacitantes y están asociadas a una carga clínica significativa.

Síntomas neurológicos comunes de la EM
Entre los síntomas neurológicos más frecuentes destacan:

  • Trastornos sensitivos (entumecimiento, parestesias), a menudo como primer signo de la enfermedad.
  • Déficit motor (debilidad, espasticidad), que compromete la movilidad y la coordinación.
  • Ataxia e incoordinación, relacionadas con lesiones cerebelosas.
  • Signo de Lhermitte, sensación de descarga eléctrica al flexionar el cuello.
  • Neuritis óptica, que puede causar visión borrosa, pérdida visual parcial y dolor ocular.
  • Trastornos vesicales e intestinales, incluyendo urgencia urinaria, incontinencia o estreñimiento.
  • Alteraciones cognitivas y trastornos afectivos, especialmente depresión.

Fatiga: un síntoma debilitante
La fatiga es uno de los síntomas más prevalentes y reportados en la EM, llegando a afectar hasta al 80% de los pacientes. A diferencia del cansancio común, la fatiga en EM es desproporcionada a la actividad realizada, no se alivia con el descanso y puede empeorar con el calor o el estrés. Se cree que su origen es multifactorial: implica disfunción inmunológica, alteraciones en los circuitos de dopamina, pobre conducción nerviosa y efectos secundarios de la medicación. La fatiga impacta de manera sustancial la funcionalidad, siendo uno de los principales motivos de incapacidad laboral en pacientes jóvenes con EM.

Depresión: una manifestación neuropsiquiátrica frecuente
La depresión afecta aproximadamente al 50% de los pacientes con EM a lo largo de su vida. Esta alta prevalencia sugiere un componente neurobiológico directo, más allá del impacto psicosocial de vivir con una enfermedad crónica. Las lesiones inflamatorias en áreas límbicas y frontales, así como la disfunción serotonérgica, dopaminérgica y glutamatérgica, contribuyen a su desarrollo. La depresión en la EM se asocia con mayor discapacidad, peor adherencia al tratamiento, y aumento en la ideación suicida, por lo que su detección y abordaje temprano son fundamentales.

Intolerancia al calor (fenómeno de Uhthoff)
La exposición al calor (climas cálidos, ejercicio, fiebre o baños calientes) puede exacerbar transitoriamente los síntomas neurológicos en pacientes con EM, fenómeno conocido como Uhthoff. Este empeoramiento temporal no representa una recaída verdadera, sino una disminución en la conducción nerviosa desmielinizada por aumento de la temperatura corporal. Puede manifestarse como visión borrosa, debilidad, disartria o parestesias. La intolerancia al calor limita significativamente la actividad física y la vida cotidiana, por lo que estrategias como el enfriamiento corporal y evitar ambientes calurosos son esenciales.

Si bien los síntomas neurológicos focales son bien reconocidos, la fatiga, la depresión y la intolerancia al calor son elementos que afectan el bienestar integral del paciente.

El reconocimiento temprano y tratamiento adecuado puede mejorar la calidad de vida, la funcionalidad y el pronóstico general en pacientes con EM.

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