Se han incorporado a la práctica clínica los psicólogos, los trabajadores sociales y los coaches. Es importante mencionar que la medicina integrativa le ha abierto las puertas a la medicina alternativa, donde hay practicantes de otras disciplinas como la acupuntura, la herbolaria, la medicina aryuvédica, creando confusión entre médicos y pacientes.
Varios de los expresidentes de la SMNP han sido grandes exponentes de la formación rigurosa como médicos, neurólogos, neurocirujanos, psiquiátras, psicoanalistas, neuropatólogos y neurofisiológos.
Gracias a esto nuestra sociedad ha logrado mantener un balance entre los padecimientos de la mente o psique y los padecimientos del cuerpo o soma.
De acuerdo con José Luis Díaz Gómez, la relación supuesta entre la mente y el cuerpo ha sido clave para determinar la naturaleza humana y de otras criaturas. En tanto el materialismo asegura que el ser humano es un cuerpo viviente cuya función más elevada es la conciencia, el idealismo afirma una conciencia inmaterial capaz de figurar un cuerpo y un mundo. Las ciencias han reforzado un universo físico, organizado en sistemas complejos que en este planeta erigieron organismos vivos y seres sensibles que confrontan su entorno con creciente dominio y conflicto.
El idealismo, en cambio, mantiene la prioridad de la conciencia como suceso fundamental para captar y transformar el mundo. A pesar de sus aciertos y encantos, ninguno de estos monismos antípodas satisface mi convicción realista: el materialismo no explica a la mente y a la conciencia como propiedades físicas y el idealismo no persuade de que la carne, los sesos, Calcuta o Saturno sean sólo conceptos o simulacros.
Ahora bien, a pesar de los descubrimientos de las neurociencias perdura un enigma recalcitrante y retador: ¿cómo genera, alberga y manifiesta conciencia el cerebro? Por ahora no se comprende la inmensa variedad de eventos conscientes en términos de los mecanismos electroquímicos, celulares e intercelulares del cerebro; ni sus contenidos y cualidades subjetivas pueden deducirse de su estructura y actividad.
No es lo mismo establecer los procesos neurológicos necesarios para que ocurra un evento consciente, digamos el ver o imaginar algo verde, que comprender cómo y por qué ese proceso fisiológico engendra o corresponde a esa colorida experiencia.
Más aún: la psicología, las ciencias cognitivas y las ciencias sociales son indispensables para generar modelos que puedan ser aplicados en la neurociencia. La transdisciplina que esta interacción demanda empieza a florecer, pero requiere una reforma metodológica y epistémica. Si en efecto existe una correspondencia biunívoca y obligada, momento a momento y término a término, entre los procesos mentales y sus correlatos neurofisiológicos, lo que una persona vive por experiencia y lo que un neurocientífico registra en su cerebro son facetas distintas del mismo proceso subyacente.
Deseo mencionar los nombres de algunos ex-presidentes que reflejan esta diversidad de paradigmas:
El Dr. Mario Fuentes, psiquiatra, como primer director del Hospital de pacientes agudos “Fray Bernardino Álvarez” vinculado, a las Granjas de Salud Mental.
El Dr. Ramón Parres, psiquiatra y psicoanalista, fundador de la Asociación Psicoanalítica Mexicana.
El Dr. Manuel Velasco Suárez, neurocirujano, fundador del Instituto que lleva su nombre.
El Dr. Guido Belsasso, psiquiatra y psicoanalista, pionero de los estudios en farmacodependencia en nuestro país.
Los Dres. Carlos Guzmán Flores y Augusto Fernández Guardiola, grandes neurofisiólogos, contribuyeron al estudio de la epilepsia y el sueño respectivamente.
El Dr. José Cueli, psiquiatra y psicoanalista, contribuyó con sus estudios en psicocomunidad.
El Dr. Luis Lombardo, brillante neurólogo y maestro de la especialidad.
El Dr. Alfonso Escobar Izquierdo pionero de la neuropatología en México.